Héctor Gutiérrez (foto), esposo de Perla Carrasco, tenía un negocio en San Luis, por lo que permanentemente ambos viajaban de Bell Ville hacia la región puntana.
Es allí donde al realizarse un control médico, detectan que Héctor padecía de un cáncer fulminante. Por ese motivo, el hijo mayor de Perla, seguro de que en nuestra ciudad (Bell Ville), lugar donde todos nos conocemos, los trámites serían más accesibles, decide traerlo para que finalice sus días en Bell Ville.
Al tener domicilio en San Luis, la familia debió apelar al Registro Civil por las cuestiones lógicas para iniciar los trámites pertinentes de la Obra Social, debiendo obtener el DNI con dirección en Bell Ville.
El documento llegará, pero ya no es necesario, pues Héctor acaba de ser sepultado.
Mario Daniel, hijo de Perla, nos comenta que “pensamos que debido a la gravedad, de alguna manera este trámite se facilitaría y sería finalmente concretado. Sin embargo nos llevamos una sorpresa grande y triste, al decirnos que no había forma de hacerlo sin llevarlo personalmente.
Si bien todos nos movilizamos para explicar en el cuadro en el que se encontraba Héctor, con su salud en total deterioro, la respuesta fue que sí o sí debían llevarlo, así fuera en camilla.
Pese a varios intentos en comunicarme telefónicamente, donde una y otra vez me cortaban, me llama mamá para decirme que ya estaban haciendo el trámite.
Me pareció aberrante hacer atravesar a Héctor por esa situación, donde tuvo que exponerse públicamente a esta situación, encontrándose ya inconsciente.
Esta indignación de la privación de la dignidad del otro fue lo que me generó una lógica bronca. Dejé pasar un tiempo para calmarme y luego compartirlo a través de las redes sociales con amigos. No fue con la intención de acusar a nadie, sino simplemente movilizarnos como ciudadanos desde nuestra más profunda condición humana.
El poder ver en el otro a un semejante y ponernos en su lugar. Cuando decimos que las instituciones están para servir, ese servicio debe hacer un esfuerzo de ponerse en el lugar del otro. Reconocer una necesidad y asistir a la misma. De ninguna manera creer que yo desde mi lugar le estoy haciendo un favor a quien acude a mi servicio. Comprendo que quien atendió a mi madre dio la respuesta que correspondía. Es por ello que mi enojo no es contra él ni el Registro Civil, sino contra el sistema y la burocracia que éste impone.
La Biblia dice que “la ley es hecha para el hombre y no el hombre para la ley”, lo cual le pone un límite a la ley y ese límite es la condición de dignidad del ser humano. Cuando la ley atraviesa esa barrera, hay que plantearse que existe algo que debemos considerar de otra manera. Si bien esto ya pasó. Lo vivimos y tuvimos que atravesar por ese dolor, lo que me queda ahora es la sensación triste de saber que vivimos en un país donde las personas son cosas que, ante necesidades como esta, ni siquiera alguien se tome la molestia al menos de interiorizarse un poco más y plantearse hasta que punto es tan grave esta situación de no poder solucionarlo, quedándose sólo con el discurso de la ley, obligando a exponerse a una persona a una vejación indignante como la que tuvo que atravesar. Esto es lo que quiero transmitir.
Como sociedad, como empleados, como servidores en el área que trabajemos, no debemos dejarnos atropellar por la burocracia ni por un sistema que nos despersonaliza, pudiendo convertirnos en personas más humanas ante nuestro semejante”.
INFO: INFORMA BELL VILLE
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